Entramos en Argentina por el paso de Chile Chico – Los Antiguos bordeando el Lago General Carrera que al llegar a Argentina cambia el nombre por el de Lago Buenos Aires. Un lago inmenso que sorprende por sus colores turquesas y su inmensidad que lo hacen parecer un mar más que un lago.
Después de dormir en el pueblo de Perito Moreno y no poder sacar dinero en ningún cajero, ya que no detectaban las tarjetas con chip, nos dirigimos hacía el Chaltén. Allí llegamos sin dinero y sin gasolina! Por suerte las tarjetas aquí si funcionaron. Al día siguiente visitamos el Fitz Roy y nos dirigimos al sur en busca del espectacular glaciar Perito Moreno. Allí disfrutamos del espectáculo del desplome de los icebergs tanto desde el barco como desde las pasarelas colindantes. Allí conocimos a Robert, otro aventurero que dejó Cataluña para recorrer el mundo, aunque él con más mérito que nosotros ya que la mayoría de Chile lo hizo a dedo o a pie! Podéis seguir sus aventuras en su perfil de Instagram (isard_pel_mon).
En medio de la belleza de la Patagonia decidimos montar un pequeño picnic antes de proceder a entrar a Chile para ver las Torres del Paine. Una vez ya estábamos comiendo nos dimos cuenta que teníamos un par de simpáticas arañas tejiendo su tela cerca de nuestros pies. Su dibujo nos hizo sospechar que podía ser la viuda negra, y sí, efectivamente lo eran.
Una vez visitado el espectacular parque chileno de Torres del Paine nos dirigimos al final de la Ruta 40 hacía Río Gallegos. De allí subimos hasta alcanzar nuestro siguiente destino, el Parque Monteleón. Un parque natural que cuenta con grandes poblaciones de pingüinos, leones marinos, aves, zorros y pumas! Además de hacer amigos cómo el de la foto cabe destacar que es el único Parque Natural gratuito de Argentina. Acampamos allá esperando que sólo nos visitarán nuestros amigos zorros y no sus compañeros los pumas que pueden llegar a pesar hasta 120 kg.
Desde aquí recorrimos la interminable carretera número 3 por la costa atlántica de Argentina. Dormimos en Trelew y bahía blanca. Y aprovechamos para acabar el diseño de este blog en Mar del Plata. Luego llegamos a la metrópolis de Buenos Aires, allí conocimos a una encantadora familia que nos hospedó a través de la plataforma AirBNB. Fernando, Ceci, Lautaro, Lisandro y la juguetona Ivy nos trataron como parte de la familia. Con ellos pudimos disfrutar de un magnífico y típico asado argentino, presenciamos la dialéctica argentina sobre Peronismo y Kirchnerismo y visitamos el Merendero y Comedor Sonrisas del Alma que ayuda a los niños más desfavorecidos en la localidad de Tigre a las afueras de la ciudad de Buenos Aires.
De allí nos fuimos al oeste, alojándonos la primera noche en San Antonio de Areco, un pequeño pueblecito encantador dónde pudimos tomar un bañito en la “pileta” de Lo de Nina y tomarnos unos fernets con cola. De allí nos fuimos a Villa Carlos Paz y a la Villa San Agustín. Al día siguiente visitaríamos los parques naturales de Ischigualasto y Talampaya, ambos con imponentes formaciones rocosas provenientes de la época del Triásico. En Ischigualasto nos encontramos a Messi! Bueno a un doble casi clónico del crack azulgrana.
En Talampaya nos montamos en el tour del parque, el Overland Safari Aventura, y recorrimos el cañón viendo sus partes más espectaculares, los petroglifos grabados en sus piedras y las caprichosas geoformas que daban lugar a formaciones que incluso recuerdan a las de una catedral gótica.
Además el tour contaba con un pequeño pica-pica y unas cuantas (muchas) copas de vino que hacían el paisaje aún más alegre!
En Villa Unión volvimos a tener problemas de pasta. Recorrimos varias oficinas, la mayoría “No tenían plata”, otra tenía el cajero estropeado y la última no podía leer tarjetas con chip. Para poder dormir tuvimos que cambiar dólares con el hospedaje que nos aplicó el cambio que a él le parecía. De allí recorrimos el tramo de la Ruta 40 más espectacular, de Cafayate a Santa Rosa, dónde aprovechamos para hacer un poco de ruta de vinos de esta región casi desértica.
Después de Cachi nos dirigimos a Salta y para eso teníamos que cruzar por la famosa Cuesta del Obispo, una carretera zigzagueante que desciende como una serpiente por las laderas de la montaña.
Antes no obstante nos cruzamos con una enorme tarántula que cruzaba la carretera. Mientras yo bajé para fotografiar a semejante bicho, Marta advertía, como si de un boyscout se tratará, a un camión que se aproximaba para que se desviará un poco y no pisará el animal. Evidentemente el camionero no entendió nada y simplemente se apartó de Marta para poder pisar con sus dos ruedazas al pobre animal. La explosión del arácnido fue digna de una película de Alien.
En la población de Carril comimos una Milanesa a lo pobre para seguir con la dieta carnívora y nos dirigimos a la población de Purmamarca, allí recogimos a dos autoestopistas argentinos que se iban ganando el pan con sus canciones. Llegamos al pueblo y nos encontramos de frente con el espectacular cerro de los siete colores.
De aquí ya nos fuimos a buscar el paso fronterizo de Jama, entre Argentina y Chile. Allí después de subir hasta altitudes de 4800 metros con su consecuente Mal de Altura cruzamos para seguir nuestro Road Trip por tierras chilenas, cruzando el Desierto de Atacama hasta llegar a Santiago de Chile.
La ruta por argentina ha sido un viaje macanudo y una tierra que sin duda volveremos a pisar. Son muchas las fotografías espectaculares que nos dejará el paso por este inmenso país.