Nuestros amigos peludos

Antes de empezar este viaje a penas recordamos las interacciones que habíamos tenido con animales, más allá de las mascotas de algún amigo el mundo animal parece estar relegado a los documentales o desprovisto de alma servido en un plato. En la Clínica del Viatger nos advirtieron de todo lo que nos podía pasar, os lo comentamos en la entrada anterior de Vacunas y los peligros de la Vuelta al Mundo.

Pero al final no pudimos evitar hacer amigos peludos que nos conquistaron con tiernas miradas, un cariño especial y cada uno con una personalidad única.

En la galería hemos puesto algunos de los que nos encontramos fugazmente como el cachorrito rubiales en una de nuestras paradas moteras a por café. En Chiloé jugueteamos con un minino que no paraba de brincarle a Marta y un par de perros que no nos querían dejar entrar en nuestro coche en medio de la carretera en Chile. En Capachica Perú, el cachorrito de apenas un mes no paro de entretenernos mientras se llenaba la combi que nos llevaría a Juliaca. En Pushkar, India, los monos llegaban al atardecer como equilibristas por los tejados a conquistar la ciudad sagrada. En Argentina la camada de pitbulls recién nacidos en el Merendero y comedor Sonrisas del Alma nos conquistaron el corazón.

En Vietnam estuvimos unos cuantos días en el Bonsai Homestay, un hotel con piscina, habitación y baño privado, desayuno, bicicletas… Y una loca enana a la que llamamos Bernie que no paró de reclamar atención incluso cuando uno estaba leyendo.

Que nos enamoramos de Filipinas todo el mundo lo sabe, pero como disfrutamos de pasear por la playa bajo la luz de las estrellas en Port Barton mientras nos acompañaba nuestro hiperactivo cazador de cangrejos es difícil de describir. Decenas de cangrejos corrían en la oscura noche y nuestros ojos apenas podían verlos. Nuestro amigo sin embargo se divertía acechándolos antes que volvieran a sus madrigueras, más por jugar y cazar que por comérselos. Nos acompañó hasta nuestro bungalow y estuvo intentando entrar toda la noche el muy cabroncete rascando la puerta. Tuve que poner una silla detrás ya que conseguía abrir la manecilla de la puerta. Eso si, por la mañana el tío estaba tumbado durmiendo después del festival nocturno.

En Australia vivimos una experiencia única en una granja de ovejas haciendo couchsurfing. Allí montados en la parte trasera de la pick up estábamos Tom y yo, ambos con el pelo al viento divisando el infinito horizonte a la puesta de sol y al amanecer, localizando al ganado y trabajando para reagruparlo. Tom de un salto en plena marcha de la camioneta perseguía a las ovejas y las orientaba, yo esperaba a que el vehículo parara para intentar abrir las verjas y bloquear a las que intentaban pasar. ¡Te echo de menos Tom!

En Nueva Zelanda Marta se enamoró de las Alpacas, y está claro que si algún día podemos tendremos algunas. Con sus cuellos largos, sus flequillos y esa manera de mascar que las hacen encantadoras acabaron comiéndose las verduras que llevábamos en la caravana. No dejéis de buscar en youtube “Baby Alpaca”, no hay cosa más divertida y entrañable.

En Chile descubrimos la gran cantidad de perros callejeros que hay, o quiltros, como los llaman en Chile. La verdad es que pese a ser un descontrol en las ciudades, los chilenos tratan muy bien a sus quiltros, les ponen comida y agua en todos lados y se comportan bien a no ser que les dé por perseguir tu coche y intentar morderte los neumáticos. En Linares no pudimos acabarnos la picada de la cena y acabo en el estómago de Negrito. A penas debía tener un añito y entre nuestros Pisco Sours y sus ganas de jugar acabamos llegando tarde al Hotel que nos abrió las puertas a las tantas de la noche mientras Negrito se quedó aullando toda la noche enfrente. ¿Como estará nuestro amigo?

En Chile tuvimos unos días de relax en el Patagonia Acres a la orilla del lago General Carrera, estuvimos completamente solos acompañados por un par de fieles compañeros, que nos siguieron en nuestras excursiones. A este lo bautizamos Ghost por su parecido con el lobo de Jon Snow, aunque de fiero tenía poco nuestro amigo.

En Buenos Aires estuvimos unos días mejor que en nuestra casa. A la entrada y la salida siempre teníamos a Ivy correteando con esa mirada tan elegante y cariñosa. Su velocidad y capacidad de reacción eran dignas de admirar, aún más esa mirada de pena cuando Fernando estaba preparando el asado. Sin duda un miembro más de la familia.

En el Valle del Elqui Marta no pudo resistirse a agarrar una pequeña gatita atigrada pese a su alergia a los gatos. De ella conocemos sus andanzas ya que acabó adoptada por nuestros amigos Kuky y Daniel del Alma Bakery-Café. No se puede estar mejor, en sus jardines y encima comiendo comida rica y sana!

En Cartagena Perú, nuestra odisea con Negrito II fue de película. Lo vimos por la mañana que parecía cojear y con mirada triste, pero seguimos con nuestra ruta turística. Luego por la noche cuando íbamos a cenar nos lo volvimos encontrar, con su pata herida con el hueso a la vista, rodeado de turistas bebiendo por las calles sin prestarle atención. Nos miró y nos siguió, así que intentamos encontrar una solución a las tantas de la noche. Al final por internet conseguimos la dirección de la clínica Mascotas 24 horas. Estaba a una hora andando y Negrito no habría aguantado el trayecto, se iba parando y cansando. Así que decidimos guiarlo hasta la plaza para coger allí un taxi. No fue nada fácil meterlo ya que estaba muerto de miedo, pero al final se subió asustado con Marta en la parte de atrás.

En la clínica fue una aventura, pero después de sedarlo, desinfectarlo y coserlo le hicieron pruebas y paso un par de noches en la Clínica, los otros días miramos de localizar un sitio en el que le pudieran dar una nueva oportunidad y encontramos a Ángeles con patas. Pagamos una ambulancia y medicamentos y lo llevamos allí dónde conocimos a sus voluntarios que con escasos recursos provenientes de donaciones ayudaban a cientos de perros que habían sido abandonados.

Esperamos que la fundación tenga cada vez más recursos y que Negrito tenga la opción de ir con unos dueños que le traten como se merece, nosotros nos fuimos con el alma rota viendo sus ojos de tristeza y lamentando no poder llevárnoslo con nosotros.