Está claro que a Colombia tenemos que volver, sólo dos semanas no fueron suficiente para cubrir este basto país que alberga cientos de pequeños paraísos que no pudimos descubrir. Sin embargo en los pocos que nos pudimos sumergir nos enamoraron. Pero no son solo los paisajes preciosos en Colombia, la gente es increíblemente espectacular, agradable y cariñosa, divertida y animada. Si vas a Colombia y no haces amigos, no bailas, no ríes y no te enamoras del país te pasa algo, tenlo por seguro.
Uno de esos pequeños paraísos que sólo pudimos disfrutar fugazmente es el Valle de Cocora. Para llegar a él nos alojamos en la población de Salento en el municipio del Quindío. Desde allí las vistas a los valles circundantes ya eran prometedoras aunque llegamos lloviznando y temíamos que al día siguiente no nos acompañara el tiempo.